miércoles, 26 de enero de 2011

Textos de Cristian Herrera, sobre LIMBO

 Cristian me envío estas líneas que escribió para LIMBO,  y que ahora os dejo aquí para que podáis leer y acercaros más a las sensaciones del artista.

 El niño se marchita lentamente al ritmo en que se deshace de su inocencia, hasta desplomarse definitivamente sobre el suelo. Su cuerpo se enfría y se contrae progresivamente hasta causar la parálisis total. El sudor se congela sobre la piel y la nieve envuelve su cuerpo metálico. Poco a poco el niño se queda dormido dentro de sí. Lo abraza un sueño dulce y se apaga lentamente. 

Se acaba el invierno. La crisálida se abre y pronto queda vacía. El adulto se aleja del cuerpo hueco, mirando atrás de vez en cuando. En él ya sólo quedan recuerdos oxidados. […] Tiempo más tarde el adulto, confundido por el uso excesivo de la razón, visita los restos de su niñez buscando refugio. Desesperado, intenta meterse de nuevo dentro del niño, pero no cabe. Sólo puede observarlo desde fuera, y eso hace…




 Más abajo, unos fragmentos de Baudelaire, seleccionados por Cristian.

«El niño todo lo ve como novedad; está siempre embriagado. Nada se parece más a lo que se llama inspiración que la alegría con que el niño absorbe la forma y el color. Me atrevería a ir más lejos; afirmo que la inspiración tiene alguna relación con la congestión, y que todo pensamiento sublime va acompañado de una sacudida nerviosa, más o menos fuerte, que resuena hasta el cerebelo. El hombre de genio tiene los nervios sólidos; el niño los tiene débiles. En uno, la razón ha ocupado un lugar considerable; en el otro, la sensibilidad ocupa casi todo el ser. Pero el genio no es más que la infancia recuperada a voluntad, la infancia dotada ahora, para expresarse, de órganos viriles y del espíritu analítico que le permite ordenar la suma de materiales acumulada involuntariamente. A esta curiosidad profunda y alegre hay que atribuir el ojo fijo y animalmente extático de los niños ante lo nuevo, cualquiera que sea, rostro o paisaje, luz, doraduras, colores, telas tornasoladas, encantamiento de la belleza embellecida por el aseo. Uno de mis amigos me decía un día que siendo muy pequeño, asistía al aseo de su padre, y que contemplaba, con un estupor mezclado de deleite, los músculos de los brazos, la degradación de colores de la piel matizada de rosa y amarillo, y la red azulada de las venas. El cuadro de la vida exterior ya le penetraba de respeto y se apoderaba de su cerebro. Ya la forma le poseía y obsesionaba. La predestinación asomaba precozmente la punta de la nariz. La condenación se había producido. ¿Necesito decir que ese niño es hoy un pintor célebre?»


Charles Baudelaire
“El pintor de la vida moderna”
1863



Fotografías de Pere Folguera

Ver otras exposiciones de Cristian Herrera Dalmau
http://www.youtube.com/watch?v=M5ChmigMvqM&feature=youtube_gdata

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